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Mostrando entradas de abril, 2011

Delicias de la vida cotidiana

Eran las 8 de la mañana. Mi despertador había hecho su trabajo a las 6:30 horas. El tren fue el mismo infierno de siempre, una bici me apretaba la pierna, un mate me quemaba la mano y el humo de varios cigarrillos despertaban una lágrima que hubiese preferido sean producto de un bostezo. En un viaje semejante no es posible tener sueño, ni siquiera a esa hora. Llego a Once y opto por el colectivo. El subte suele ser mi elección principal pero la radio se resistía a ser apagada. El 5 me deja a tres cuadras de donde iba. Una parada antes de la mía baja una señora con un bebé de dos días, la ayudo; ella y el infante me pintan una sonrisa de ternura en el rostro. La Avenida Callao sabe como hacerte sentir en Buenos Aires. Se huele, se respira, se siente, se oye, se vibra. A veces tengo la sensación de que podría darme cuenta que estoy en Callao aún si me llevaran hasta ahí con los ojos vendados. Tal vez sienta a la luna pasándome por al lado o huela los azares del chino de la esquina. Ca