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Domingo Notas: 142

Era un domingo más, como dice el tango. Sin embargo, ningún domingo que comience un viernes puede ser, tan solo, uno más. Y este empezó dos días antes en mi calendario. Uno de esos inicios extraños que tienen los grandes momentos. Corren tiempos, lamentablemente, donde la buena predisposición y los corazones abiertos no abundan. Los desconocidos no buscan conocerse y la interrelación, nos dicen, debe ser obligadamente sospechosa. A esto, se agrega la irrealidad y el anonimato de las redes sociales que nos permiten jugar cualquier carta y ser quién uno quiera con el solo hecho de escabullirse entre “nicknames” y fotos falsas. Mi pasión no viene de ahora pero fue hace poquito tiempo que decidí hacerme cargo y así empezó esta maravilla de domingo. El bandoneón me había estado esperando de chiquito pero yo me le animé a los 29 años; hay cosas para las que uno no madura nunca, por suerte. Estaba esperándome ahí. Mis dedos recorren sus teclitas y buscan acostumbrarse a lo que siempre s

La vida suele ser un tango

La vida es un tango, dijo alguien que para mí, aquella vez, exageraba. Y aquí, donde me vez, estoy, tratando de entender las sinrazones de un saber, cuanto menos inexplicable. Es que ahí está ella, ahí estoy yo; terminando de vivir esta historieta. No es casual que seas vos, Buenos Aires, que álgida y risueña te animes a mostrarme este mundo altanero, compadrito, burlón y singular. No es casual que entre giños, cortes, quebradas, piberíos te dejes sonreir por los míos indiferente; coqueta, irreverente sos, ante cualquiera, causal de todo aquello incluso algún que otro frente. Y si, la vida tiene que ser, nomás un tango para aquellos, que torpes, elegimos vivir bajo tu ala. Sin más refugio que las balas, que obligan a rimar disonante, estoy yo y tantos otros delirantes eligiendo tiempos por palabras. Soy feliz y así me encuentra en mi cumple 29. Rimo, pienso y disfruto, todo aquello que se puede en una noche substanciosa, etílica y apuballente, llena

Y salió el sol mientras escribía (Amar, esa extraña sensación)

Esta claro que escribir a esta altura de una noche larga que intenta resumirse ahora, a las 6 de la mañana, es casi el más artero acto suicida del que soy capaz; o, tal vez, lo que es mejor, del que tengo la valentía para hacerme cargo... Sin embargo, o gracias a lo vivido, queda flotando, entre alcoholes, hielos, y tempranas dormilonas, una pregunta: ¿Qué es querer? Tal vez sea ello, o aquello, quizá signifique, merced a la noche vivida, por culpa de ellos, tipear como un deforme carente de de tres de sus diez dedos. Tal vez signifique ser de otra manera; tal vez un poco de ambas. Querer es no entender porque, querer es buscarlo y aún, en ese intento futil, continuar en la eterna búsqueda de lo inencontrable. En mi opinión, querer, qué digo querer!... Amar a alguien, es lo más cerca que voy a estar de la sensación de tener a un pariente desaparecido. Es sentir sin conocer, sentir sin entender, sentir sin ser siquiera más que esa ilusión que uno proyecta soberviamente y sin reparos

Una vida te cambia la vida

El 28 de octubre del año 2007 festejaba mi cumpleaños. Estaba todo preparado en la casa de un amigo. Hamburguesas, fernet y sobre todo, la gente. Desde hace un par de años, para celebrar mi natalicio decido invitar a un grupo reducido de personas; la idea es que sólo estén aquellos que realmente quiero, aquellos con los que quiero compartir ese momento. Ni uno menos, ni uno más. Ese 2007 fue distinto. Hubo uno más, uno que no pidió permiso; uno que supo entrar sin dejarse ver. Nadie se dio cuenta y el cumpleaños transcurría como si nada. Música, discusiones en voz alta sobre la mejor manera de cambiar el mundo, algún comentario del último partido para aburrirme y llevarme la contra, otra vez la política, un poco de religión, más música y volvemos a empezar. Caras más largas o más ávidas corrían por la flamante mesa de pino recién comprada. En el living, los niños. Tres bellezas de menos de 8 años que interactuaban como si se conocieran de toda la vida. Gritos, peleas absolutamente

Sueño

Sueño con un lugar donde la amistad dure para toda la vida. Sueño con un lugar donde las parejas no se desenamoran. Sueño con un lugar donde los jefes pagan la plusvalía y un poco más. Sueño con un lugar donde los trabajadores no tienen que luchar dejando sangre, sudor y lágrimas por una posición mejor. Sueño con un lugar donde todos los animales, nosotros y los otros, podemos vivir en armonía. Sueño con un lugar donde matar no tiene lugar ni en las películas, donde morir no es un melodrama, donde vivir no es una comedia absurda. Sueño con un lugar donde en un bar se abre en cada mesa una biblioteca para viajar a ningún lugar. Sueño con un lugar donde los violadores mueren desolados por la frustración de no poder lograr ni una sola erección. Sueño con un lugar donde las mujeres y los hombres somos iguales y los chistes machistas no aparecen ni en broma. Sueño con un lugar donde el cuerpo es respetado como ese gigante santuario en el que habita nuestra alma. Sueño con un lugar donde los

Delicias de la vida cotidiana

Eran las 8 de la mañana. Mi despertador había hecho su trabajo a las 6:30 horas. El tren fue el mismo infierno de siempre, una bici me apretaba la pierna, un mate me quemaba la mano y el humo de varios cigarrillos despertaban una lágrima que hubiese preferido sean producto de un bostezo. En un viaje semejante no es posible tener sueño, ni siquiera a esa hora. Llego a Once y opto por el colectivo. El subte suele ser mi elección principal pero la radio se resistía a ser apagada. El 5 me deja a tres cuadras de donde iba. Una parada antes de la mía baja una señora con un bebé de dos días, la ayudo; ella y el infante me pintan una sonrisa de ternura en el rostro. La Avenida Callao sabe como hacerte sentir en Buenos Aires. Se huele, se respira, se siente, se oye, se vibra. A veces tengo la sensación de que podría darme cuenta que estoy en Callao aún si me llevaran hasta ahí con los ojos vendados. Tal vez sienta a la luna pasándome por al lado o huela los azares del chino de la esquina. Ca

Che Pendejo Adolescente

Che pendejo adolescente a vos te hago este reclamo que ostentás ir por tus veinte con XXI en la mano No se te arrima ninguno por miedo a ser insolente sos tu gran contradicción marica que hace de valiente Es difícil encontrarte en tanta dicotomía entre izquierdas y derechas ya no está la guerra fría Hoy vivís la cyber-guerra y pensás ser más que todo hablándo más de la cuenta después borrás con el codo Puente Sin embargo es el objeto de deseo, burlas y atracos lleva duda en su sombrero y lleno de sangre el saco Estribillo Che pendejo adolescente por celos o necedad yo, viejo, aburrido y cagón en lugar de hablar de culpas debería pedir perdón Mirate ahí triste y añejo en eso que no mejoró el vino se avinagró y ya te fermenta tu aliento Destilás bronca e hipocresía que toda la culpa es mía por intentar crecer en esta gran porquería Nada te preocupa viejo siempre primero tu ombligo yo nunca busqué nacer usted la puso mi amigo Pero creo que ya pasó pienso en reconciliación m

La banalización del hambre

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Maldigo mi muy puta apreciación de la realidad. Odio que nada me dé lo mismo. Ojalá hubiese tenido una página más ese capítulo del libro "Firmenich". En la esquina de Córdoba y Fitz Roy en pleno Palermo (tal vez su ubicación explique muchas cosas), hay un enorme cartel de una cadena televisiva llamada MTV que me causó profunda indignación. La leyenda es la más absoluta banalización del hambre. Hay muchísimas maneras de definir el dinero, también sus diferentes cantidades. Un fangote de guita, todo el oro del vaticano, estar cagado en guita, tener mucho dinero, estar en la ruina, no tener para morfar y miles más, imagine usted lector, usted lectora. El maldito cartel me colmó de profunda tristeza, se pregunta entre colores juveniles y aspecto de globo de chicle explotado en el rostro, ¿Te imaginás gastar el presupuesto de un país pequeño en una noche? MTVLA presenta “Sus dulces 16”. Hay países en el mundo que por ser “pequeños” y tener un presupuesto bajo no pueden salir de

¡A robar se ha dicho!

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Hay muchas maneras de comenzar una amistad y sólo aquellas de mucha calidad nos permiten recordar esos inicios con tanta claridad. Una de las amistades más importantes de mi vida la comencé con una apuesta cuyo premio era una felattio; gané pero desistí de cobrarla porque era un hombre demasiado feo así que preferí que sea mi amigo. Otra manera de comenzar una amistad es planeándolo. Confieso que resulta bastante extraño lo que digo pero téngame paciencia compañero/a. Planeamos una reunión para un día específico. Un primero de año. Allí salió en la charla algo que siempre logra captar mi total atención. Comenzamos a hablar de literatura; a partir de allí todo fluye. Pasaba por sus mentes, la de mi viejo amigo y las de mis nuevos, un libro en particular. Se llama “La ladrona de libros”. Su nombre en inglés es “The Book Thief” y es su nombre original porque está escrito por Mark Suzak un australiano descendiente de alemanes (dato no menor, se lo aseguro). Calculo que si me hubiesen di

Prestánosla un ratito...

Era un niño maleducado. Más maleducado que niño. Empezaba a hacer esto y te imitaba. Era lo único que podía hacer. Imitar. Mal pero con voluntad. Es más, creo que era sólo eso, voluntad. Nunca nadie nos enseña a admirar. ¿Dónde se encuentra ese Manual para el "buen" admirador? Creo que sería un best-seller. Gritaba frente a un micrófono mientras simulaba estar leyendo algo que tenía toda la intención de estar escrito como un homenaje hacia vos. También tal vez al tan afamado Santiago Varela aunque como vos bien dijiste alguna vez "yo no estaría tan de acuerdo". Llegaste a mí, tarde y yo creía saberlo todo, aún sigo creyéndolo pero no es políticamente correcto decirlo. ¡Cuánta gente se oculta en la misma falsa humildad! Seríamos un club enorme si nos juntáramos; esto, claro, podría suceder sólo si supieramos ser admiradores. En fin, siempre tenías algo para decir, siempre había algo que escuchar. Con vos había algo que aprender cada domingo. Ese día tan futil, d

Siempre está

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Hace ya bastante tiempo el ser humano descubrió que la tierra tarda 365 días en dar una vuelta entera al sol. Esto decidió llamarlo “año”. Siempre tuve un debate filosófico interno sobre que es lo que cambia la ruidosa noche del 31 de diciembre cuando el reloj abandona su rutinaria posición de las 23:59:59 para pasar a dictar las 00:00:00. Parece ser que nada. La subjetividad le da a ese segundo, a ese ínfimo instante todo el valor que jamás podría tener. Así se fue el 2010, así llegó el 2011. Raro, rarísimo. La predisposición generó otro tipo de experiencias. Cuando jugaba al basquet aprendí que esperar a un contrincante bien parado aumentaba mis posibilidades de éxito. El 2010 me agarró mal parado, desordenado física y mentalmente. Buscando un rumbo por una senda extraña que ahora juzgo equivocada. No estaba ahí mi destino. El 2011 pudo verme con los dos pies en la tierra y con el alma en el cielo. Observando con un ojo y soñando con el otro. Así las cosas en este verde y joven añ