La rueda mágica

Creo que en estas últimas instancias de este 2009 la imagen de la rueda me invade. El viernes pasado me tocó vivir un momento increíble escuchando precisamente “La Rueda Mágica” aquel tema de Fito que pertenece al álbum más vendido de la historia de la música argentina.

Hoy las ruedas eran otras. Sin embargo, también, a su forma eran mágicas. Me tocó vivir el irónico contraste social una vez más. Viví en carne propia como todas las teorías con sus teóricos se me rieron en la cara ante tanta desigualdad.
Odio los shoppings. Es de esos lugares que logra crear una sensación atemporal que uno no entiende si es de día o de noche, si pasaron dos horas o seis. Siempre seguís dando vueltas. Vueltas y más vueltas; en la vida para tratar de reaccionar (Si, ya se, esa es Tumbas de la Gloria). Afuera una protesta piquetera de Barrios de Pie que le reclamaba al supermercado Jumbo una canasta navideña para 800 familias. ALTO AHÍ.
Acá tienen lugar todas esas apreciaciones políticas que dicen que no representan a nadie, que es todo una cuestión política, que es porque se pelearon con Néstor… Ok, bienvenido que razonen políticamente pero… muy a su pesar, esta entrada de blog se trata de emociones.
Y lo cierto es que la presencia de esa gente frente a la puerta me recordó que hay personas que tienen hambre. Seres humanos que pasarán mucha miseria en estas fiestas. Parece que el “carácter emotivo” de la navidad hace que nos acordemos especialmente de aquellos que la pasan como el orto, cuando en realidad la pasan como el orto todo el año. Las comillas son intencionales porque tienen que ver con la apreciación de emotividad que realizan aquellos que valoran una fecha en el almanaque por considerarla más especial que otras.
Mi trabajo me obligó a entrar a esa burbuja atemporal llena de hombres y mujeres de plástico que visten ropas que sólo aquellos desalmados e interesados sujetos, preocupados por el estilo, pueden darle ese valor. Saqué la computadora y me puse a escribir el hecho noticioso. “Piden alimento frente al Jumbo de Morón”.
A mi lado, otra rueda. Esta era roja, en realidad debería decir que era un molino. Uno enorme. Uno de esos que sólo se ven en las películas o en los lugares de fantasía y, sin dudas, un shopping es un lugar de fantasía. A su lado otra ilusión autofabricada por los humanos adictos a la compra justamente para satisfacer su adicción, Papá Noel (NOTA: Si tienen chicos aléjenlos ya mismo de la pantalla, no porque descubra que Papá Noel es falso sino porque temo que descubra que el mundo en el que está creciendo es una mierda y corte sus venas por lo sano).
Más de 50 metros de cola formada por padres agotados, ansiosos, inquietos, nerviosos, preocupados, tristes, contentos, frustrados, afligidos, acompañados de sus hijos. En ese momento la molestia en mí era tal que fervientemente le escribí a un amigo esto por skype:
[12:57:35 PM] Quique Pareta: si te digo que hay una cola de 50 metros para sacarse una foto con papá noel me crees!?
[12:57:41 PM] Raph: nooooooooo
[12:58:34 PM] Quique Pareta: está para escribir una entrada de blog entre el contraste de la mugre, el asfalto, el calor, el hambre y la decidia de una sociedad contra el aire acondicionado, el gordito que le sonríe a los "nenes bien" los padres que filman a sus hijos con sofisticadas cámaras y los niños que sostienen los juguetes de la cajita feliz de McDonalds
[12:58:40 PM] Quique Pareta: si no me voy de acá me enfermo
[12:58:51 PM] Quique Pareta: no seré bueno escribiendo pero soy excelente indignándome!!!

Me permití destacar en negrita aquello que creo más le aporta a la conversación. Finalmente acá esta. Con ustedes la entrada de blog que tuve la intención de escribir hoy a las 12.58 pm y que concreto varias horas después. Aquella que se inquieta viendo a un niño jugando con un pan duro de vaya a saber cuándo, cercano a las ruedas de los autos mientras que otros miran con fantasía esa estúpida rueda mágica.