Otra visión histórica (Desde la biblioteca)

Las bibliotecas por lo general son consideradas como aquellos lugares donde se puede bucear por la historia. Suele ser también una constante que, mientras más joven se es, menos importancia se le da al pasado, a lo que sucedió. Claro, puede llegar a explicarse fácilmente si nos sentamos a pensar que a los “veintipico” es muchísimo más lo que queda por delante que lo que se pueda revisar mirando atrás.

Es una tendencia egocéntrica del ser humano, en general, pensar que el mundo comienza a girar cuando vemos la luz y quizá, es aquí donde radica el error de evitar analizar el pasado. Suele ponerse como excusa que revisar los procesos históricos es aburrido. En la era multimedial que estamos viviendo, se imagina a la historia en blanco y negro, la historia de las filmaciones mudas, de gente que concurría a manifestaciones de traje y corbata, de bigotes, grandes peinados y una pasión pseudo ridícula.

Pero la historia no es en blanco y negro, la historia se vivió a color, rojo sangre, verde militar, tonos azules y colorados, boinas blancas, cabezas negras, la historia tiene mucho color. Tanto color como el que nosotros nos animemos a ponerle. Para eso hay que animarse a ser pintores de la historia, colorearla como los niños colorean aquellos libros que, jugando, les enseñan a distinguir ciertas cuestiones. Distinguir a los buenos de los malos, a los justos de los injustos, a los fuertes de los débiles. Quizá en este (y en todos los casos) revisar la historia sea como colorear esos libros infantiles. Quizá sea importante animarse a colorear lo que pasó, para aprender desde allí a distinguir todas esas cosas, que como sociedad y como generación todavía no aprendimos a divisar: los malos, los justos, los cobardes, los fuertes, los prepotentes, los imbéciles, etc.

Y ya no es viejo lo que se vuelve actual. Estaba sentado en el sillón mirando atentamente lo que estaba sucediendo este 25 de marzo de 2008. Por un momento cerré los ojos. Nosotros que amamos la radio sabemos que al cerrar los ojos le abrimos la puerta a la imaginación. Comencé a imaginar. Viajando por los sentires de otros tiempos me sorprendió la imagen que vi. Pude observar a mi viejo sentado en aquel sillón que era de mi abuelo, donde yo tanto jugué de chico, viendo la misma escena que yo pero en blanco y negro. Un poco más de esfuerzo me hizo encontrarme con mi abuelo observando la misma escena cuando mi papá ni siquiera era un proyecto.

Abrí los ojos. Me miré. Al lado mío, mi mujer trataba de entender la situación social que vive el país y a la vez hacía un esfuerzo sobrehumano para comprender la extrañeza de mi conducta. ¿Qué hacés? Me preguntó. Estoy poniéndole color a lo que alguna vez tuve la oportunidad de repasar en blanco y negro.

Como escribíamos más arriba, las bibliotecas suelen ser consideradas como ese lugar donde se puede bucear por la historia, la invitación está planteada. Acérquense a pensar y repensar el hoy desde aquellos momentos de la historia. Acérquense a entender las acciones de los diferentes actores que hoy colman las radios, los diarios y la televisión con sus declaraciones marchas y contramarchas. Eso sí, acuérdense de traer los lápices de colores.

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