Samba empetrolada

La geografía del sambódromo ya no será la misma. El próximo febrero recibirá a los turistas un enorme pozo petrolero frente a las costas de Río de Janeiro que se suma al también recientemente descubierto pozo petrolero en Sao Pablo.

Hasta aquí puede llegar a ser una novedad para aquellos que no están tan al tanto de lo que pasa en la región. Ahora, hay una tendencia entre la mayoría de la gente, sobre todos en los jóvenes como vos o como yo, que es la de catalogar a las noticias como buenas o malas. Brasil encontró una de las reservas de petroleo más grande del mundo frente a sus costas. ¿Es una buena o una mala noticia? Para los brasileños evidentemente es una muy buena noticia o por lo menos eso es lo que nos tienta a decir el contexto internacional con el precio del barril de petroleo a más de 100 dólares el barril.

Pero, ¿todo lo que brilla es oro? Me permito dudar de esto como me permito dudar de todo o casi todo. Trayendo a Descartes a la línea de pensamiento siempre se suele llegar a conclusiones más acabadas. Por ejemplo, este reservorio de jugo de dinosaurio prensado (¿qué es el petróleo sino esto?, químicos abstenerse, es una metáfora) está frente a uno de los conglomerados de pobreza más grande de Brasil y del mundo. Las fabelas en las laderas de los cerros tienen, como un sopapo irónico de los avatares de la vida, una vista privilegiada del nuevo yacimiento petrolífero. ¿Será para ellos los beneficios que traerá la gran riqueza económica que este hallazgo significa? La respuesta que cada uno pueda tener es independiente de lo que pueda escribir aquí y tiene más que ver con cuestiones de creencia que están arraigadas en nuestra forma occidental de razonar. ¿Sí o no? Mi pesimismo no me permite responder por la afirmativa, disculpen.

Bien, dejamos atrás entonces (como siempre se hizo) a las clases bajas brasileras que son proporcionalmente mucho mayores a las nuestras no sólo por la cantidad de personas que habitan ese país sino también por el grado de desarrollo industrial que alcanzaron los cariocas. Ellos necesitan, esquemáticamente para sobrevivir, acrecentar c
onsiderablemente la brecha entre ricos y pobres. Más allá de que mi pluma se resista a pasar a otro tema por la indignación que me genera el tópico en cuestión, lo haré en el próximo párrafo.

Cabe preguntarse aquí, como argentinos, si la noticia es buena o mala desde nuestra perspectiva. La respuesta es quizá más compleja que la anterior. Hay que tener en cuenta conceptos geopolíticos que realmente no tengo muy consolidados pero vale la pena arriesgarse ya que, en mi opinión, nadie tiene que esperar a ser el dueño de la verdad para afirmar algo. Equivocarse siempre es enriquecedor.

El MERCOSUR ha sido hasta aquí una arma, variable en su tamaño y poder según las épocas, para resguardarse del liberalismo económico desmedido impulsado por Estados Unidos que quiere exportar los problemas internos producto de su propia acumulación de capital a la periferia (o sea, nosotros) y que lo consigue con mayor o menor éxito pero siempre lo consigue. Por allá por los comienzos del Mercado Común del Sur, las dos potencias del grupo económico eran Argentina y Brasil, luego, muchísimo tiempo después se sumó Venezuela y con ella el poderío petrolero que quizá era lo único que le faltaba a la asociación para fortalecerse en la región.

Sin embargo, el equilibrio de fuerzas siempre es bueno. Cabe recordar que Argentina aportaba al tratado mayoritariamente alimentos. Es un sin sentido decir que no hay industrias en Argentina pero también carece de todo asidero afirmar que son más, mejores y/o más potentes que las brasileras, por ejemplo. En el país vecino la burguesía tiene un concepto de nación muchísimo más arraigado que lo llevan a aceptar medidas proteccionistas que fomentan, según el contexto, a uno u otro sector de la economía nacional. Aquí, en cambio, la burguesía siempre se caracterizó por ser bastante cobarde como para invertir poco, acumular mucho y luego en algunos casos, escapar. Frente a esto, Argentina no tenía mucho más para ofrecer al MERCOSUR que agroalimentos. Así fue, Brasil aportaría desde allí la industria pesada. Sin embargo, la política agropecuaria, término tan utilizado últimamente, brasilera tiene más de 10 años y sobrevivió a cambios presidenciales. El fomento de la ganadería y la agricultura en aquel país los llevó a crecer muchísimo en esa materia.

Es un concepto geopolítico conocido el que afirma que, tomando a los estados como seres vivientes en necesidad constante de expansión, se expanden para donde se ofrezca menor resistencia. Por fortuna, desde el papelón nazi que utilizó este concepto para justificar la teoría del espacio vital, esta definición dejó de estar ligada al espacio físico. La expansión de la que se habla en la teoría geopolítica suele ser, por estos días, económica, social, cultural y política pero en muy pocos casos territorial. Cuando el niño va creciendo, es natural comprarle ropa más grande, pero también es lógico darle nuevos permisos ya que demanda nuevas cuestiones. Ya no quiere quedarse en casa con sus amiguitos a jugar a la play-station, ahora el niño quiere salir a tomar algo y a bailar. Brasil, se está maquillando, tiene pases gratis y un 2 x 1 en cervezas para toda la noche.


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