Las palabras dicen muchas cosas

Finalmente, mi convocatoria de tener una persona especializada que me asista ha tenido sus frutos. Tengo la fortuna de que mi amiga Melina Borgese sea una fanática del lenguaje. Ella tuvo la gentileza de regalarnos a nosotros, lectores, el texto que publico a continuación. Disfruten al leerlo y que sirva para concientizarnos.




Las palabras dicen muchas cosas, pero detrás de las palabras y en cómo se elige ordernarlas, se dice más aún. Ningún discurso es librado sin una ideología, nunca están limpios de intenciones.

Nunca me había detenido a pensar en lo de “crimen pasional”, y después de leer lo que escribiste, mi “compulsión traductoril” me llevó a buscar en el diccionario de la RAE la palabra. Copio las acepciones que creo interesantes:

pasión.

(Del lat. passĭo, -ōnis, y este calco del gr. πáάθος).

1. f. Acción de padecer.

2. f. Lo contrario a la acción.

3. f. Estado pasivo en el sujeto.

4. f. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.

5. f. Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.

6. f. Apetito o afición vehemente a algo.

Si aplicamos (mejor dicho, forzamos) estas acepciones a la frase construida de manera arbitraria (“crimen pasional”), obtenemos cosas interesantes y graciosas a la vez:

Por empezar ¿se padece la pasión? (me pregunto mientras me abstengo de un deseo fuertísimo de ir a buscar “padecer” al diccionario). Ahora, (¡atención!), la segunda acepción es aún más alarmante: “lo contrario a la acción” (o sea: ¿la pasión llega hasta antes de apretar el gatillo, o de alguna otra acción por el estilo?), y aquí se plantea una idea más o menos parecida a la tercera. No podemos negar que el sujeto que llega a cometer un crimen de género (y me animaría a cuestionar este término, también arbitrario; pero eso quedará para otro día) es merecedor de ser llamado el adjetivo que deriva del sustantivo en la cuarta acepción (“perturbado”, claro). Por otra parte, y haciendo uso de un tono gracioso, y por qué no, un poco de humor negro, se puede decir que si la acción primera de la quinta acepción se realiza con bastante ímpetu y vigor, empuñando un cuchillo o elemento punzante a elección sobre la persona amada, quiérase o no, uno termina por hacer que su media naranja baje el telón. Y la última acepción simplemente me remite a la frase popular “porque te quiero te aporreo”.

Volviendo a la entrada de Quique, también me quedé pensando en las palabras que “generan repulsión”. Para mí son esas que de tanto querer ser, no son más que eufemismos. Y detrás de ese escudo sobresale justamente lo contrario a lo que se quiere mostrar, que se supone que es la igualdad. Se me ocurre el ejemplo de Estados Unidos con su extrema idea de lo políticamente correcto. Cuando alguien construye estos términos, no se da cuenta de que se está reforzando la idea que se quiere desechar? (o sea, a mi me rompe más las pelotas q me digan rellenita que gorda….o qué es una “persona de color” sino un negro?)-

Las palabras dicen muchas cosas. Y de tantas, casi nunca dicen nada. Como dijo Alejandra Pizarnik, “las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia”.

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