¡Qué tren, qué tren!

¡Vamos gente! ¿Por qué el ser humano es tan dañino e injusto? ¡Qué rápido que nos olvidamos de nuestra tierna infancia! Hágame el favor, pregúntele a cualquier niño que tenga cerca si le gustaría tener otro tren para poder saludarlo cuando pasa. Mirá, mirá, saludá al tren… ¡Chau tren!


Que bella sensación de niño la de saludar al tren que pasa como si la enorme maquinaria entendiera el saludo y lo devolviera con su potente y prepotente bocina de doble función. Sí, porque además de llenar de alegría a ese niño logra asustar a aquel imprudente conductor al cual el sólo hecho de vivir en Argentina le es suficiente para sospechar que esa barrera no anda y que el tren no vendrá. Se escucha la bocina, ups estaba equivocado.

Eran otras épocas, el tren era un verdadero sinónimo de desarrollo. Si bien los ingleses nunca fueron ningunos tontos e hicieron que todas las redes ferroviarias desembocaran en el puerto más importante de nuestra república por lo menos había miles de pueblos conectados por dos vías y varios durmientes. Comunidades enteras vivían en función del sistema ferroviario argentino, sólo basta con pasear por el interior del país para ir viendo la cantidad de pueblos fantasma que existen. Muchos de ellos hoy son importantes destinos de turismo rural, transformación que se produjo en pos de una supervivencia indispensable.

Cuando se produjo todo el conflicto entre el campo y el gobierno una de las contramedidas anunciadas por el estado nacional para contrarrestar el embate agropecuario fue la de la financiación de fletes. Hoy, los camiones colman las rutas ya que son el único medio de transporte que tienen los productores de alimentos del país para trasladar su producción. Esta cuestión que a simple vista puede resultar indiferente es sin embargo muy preocupante. Para vos que estás pensando cual sería el problema de que sólo se puedan trasladar los alimentos en camiones, dejame ayudarte.

En primer lugar le da muchísimo más poder al gremio sindical más grande que tiene la República Argentina, el Sindicato de Camioneros. Consecuentemente con esto, su principal referente Hugo Moyano, goza de un poder político único entre los de su clase que lo hace un factor de poder importantísimo. No es casual que el gobierno prefiera tenerlo de amigo que de enemigo.

En segundo lugar, el hecho de que sólo se pueda transportar la producción agropecuaria en camiones aporta a la crisis energética. Es noticia de estos días la escasez de gasoil que, entre otras cosas, pone en peligro la cosecha. Pensemos aquí un segundo. Uno de los eslabones de la cadena productiva como es el traslado de la mercancía provoca una crisis que hace que un eslabón anterior a este no pueda llevarse a cabo. Ya se que suena ridículo pero yo que culpa tengo si la situación actual es ridícula. La única función que intento cumplir aquí es la de relacionar tres o cuatro noticias que aparentemente son completamente diferentes y sin embargo… ¡Oh casualidad!

En medio de todo esto aparece en el tapete otra noticia con gusto a sátira norteamericana protagonizada por Adam Sandler. ¡Qué otra cosa puede necesitar la Argentina más que un tren bala! ¡Eso es progreso! Sería primer mundo si no hubiera tanta gente en la pobreza y la marginalidad que verá como se despeina al ver pasar un tren a 300 kilómetros por hora donde los ricos podrán ver a través de vidrios polarizados y en ambiente climatizado la realidad que los rodea pero que, por supuesto, no los toca. A 300 kilómetros por hora es muy difícil tocar a alguien.

Los trenes son necesarios, pero es importante que el tren esté pensado como una herramienta productiva y no como un lujo ridículo e innecesario que sólo servirá para figurar en los libros de historia como aquella triste época en donde a una señora enviciada por el olor a cuero de cocodrilo de las carteras de Louis Vuitton se le ocurrió que sería interesante llegar más rápido de Buenos Aires a Córdoba porque en la provincia serrana había una liquidación imperdible.

Por último y por más de que resulte algo obvio les dejo para que disfruten la clásica canción del maestro Charly García, No voy en tren. No me importa que sea lo esperable, siempre es lindo disfrutar de una canción de Charly.

Por último y mientras disfrutan de la buena música les dejo el contraste explícito entre la propuesta K y la propuesta del Proyecto Sur.

EL PROYECTO K:


320 kilómetros por hora.

Por lo menos 4000 millones de dólares.

1000 km de vías que solo podrá usar este tren, ya que no sirven para los trenes comunes, y sólo para transportar pasajeros.

Un pasaje que costaría entre 300 y 400 pesos, inaccesible para la mayoría de la gente.

Solo comunicaría 3 ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba). No comunica distintas zonas del país ni resuelve el problema de los pueblos que están incomunicados.

Nos hace depender de la tecnología francesa. Este tipo de tren bala no ha funcionado en ningún otro país fuera de Europa porque necesita desarrollos tecnológicos muy complejos con los que nuestro país no cuenta para su mantenimiento.

No reimpulsa la industria ferroviaria nacional.

Aumenta la deuda externa, ya que una gran parte la financia el Banco Societe Generale de Francia.

EL PROYECTO TREN PARA TODOS [el que hace el proyecto SUR]:

120 km por hora (tres veces el promedio de velocidad actual).

3100 millones de dólares. 1000 millones de dólares menos que para el tren bala.

18000 km de vías reconstruídas a nuevo: 7000 km de vías para trenes de pasajeros y de carga y 11000 más sólo para trenes de carga. 300 locomotoras, 900 coches de pasajeros y 15000 vagones para carga.

Los pasajes costarían varias veces menos de lo que cuesta actualmente un pasaje en micro.

Llegaría a todas las zonas del país (Noroeste, Noreste, Cuyo, Centro y Patagonia), a todas las grandes ciudades, y a cientos de pueblos que volverían a conectarse con las grandes ciudades, bajando costos de transporte y reactivando las economías regionales.

Utilizaría tecnología nacional y del Mercosur al alcance de las capacidades de nuestro país.

Reimpulsa la industria ferroviaria nacional con la construcción de vagones, el ensamble de locomotoras y la producción de repuestos, generando trabajo.

El Banco Central tiene reservas por 50000 millones de dólares, es decir que se puede hacer sin aumentar ni un centavo la deuda externa.

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