P A Z



¿Podríamos parar la mano, no? Podríamos bajar un cambio. Desde mis humildes 25 años sufro una desazón enorme. Nadie parece pensar en nadie y a la vez todos parecen pensar en todos. Todos ellos. El ombligo es la visibilidad máxima que tienen las personas que manejan el mundo. Lo único de relativa importancia es su pasar, su bienestar y su maximización de ganancia. Y hablo por todos, no por unos pocos.

Hemos analizado el conflicto entre el campo y el gobierno desde miles de aristas, políticas, económicas, sociales pero al fin y al cabo todo nos lleva al mismo lugar. ¿Es necesario? Somos todos seres humanos, todos tenemos derecho a comer, todos tenemos la misma necesidad de estar vivos.

Estoy cansado de un conflicto donde no se piensa en nada más que en uno mismo, donde se apuesta a todo o nada sin tener en cuenta otras cosas que también existen y son importantes. Gente que no tiene para comer, gente que no quiere más peleas, gritos, enojos. Gente que por una vez quiere escuchar, leer o ver alguna buena noticia.

Lo más triste es que buenas noticias hay, y muchas. Miles y miles de personas se levantan todos los días para hacer algo bueno para la humanidad. Personas que investigan una nueva vacuna contra el SIDA, por ejemplo, otros que se levantan temprano y andan kilómetros a caballo para ir a dar clase a una escuela rural, en fin, muchísima gente que lucha por un mundo mejor. Terminemos con esto y pongámonos de acuerdo para poder cambiar nosotros para después cambiar el mundo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Luis XVI y María Antonieta

Las palabras dicen muchas cosas

Un tango para Serrat