Personas

Estoy llorando. Hace 27 horas que no duermo y hace 1 que no paro de llorar. Estoy conmovido.

En el día de ayer me desperté a las 5.30 am para dirigirme hasta la Plaza del Congreso para dar comienzo a una cobertura de la votación que se produciría en el Senado de La Nación. Todo un pueblo eminentemente agropecuario como el sampedrino iba a requerir de mi presencia y de mi entereza física y emocional para llevarles a ellos lo que pasaba en el Congreso.

Lo que pasó leanlo, veanlo y escuchenlo en todos lados. Aquí sólo van a encontrar mis sensaciones. Creanme 17 horas de debate llenos de emociones, me ha pasado de todo. Me apuró Emilio Pérsico, manifestantes kirchneristas nos revolearon piedras y botellas a todos los periodistas, vivencié en todo mi cuerpo el silencio sepulcral que antecedió la alocución del Vicepresidente de la Nación.

Estoy emocionado. Siento que soy parte de la historia. Creo que eso es lo importante, tener la posibilidad de formar parte de la historia. Darse cuenta de que, eso que solemos ver por televisión y que define las huestes de nuestra nación nos puede tener a nosotros como protagonistas. Vos desde tu lugar, yo desde el mío, todos podemos ser parte.

Pero claro, vos estás pensando que es una idea copada y que va a ser lo más parecido a un paseo por el Parque de la Costa. ¡Cuidado! No es ni por asomos así. Ser parte duele, cansa, emociona, entristece, euforiza, agota, apasiona, desarma, intensifica, regala, vende, en definitiva, ser parte es muy costoso. Cuesta fuerza, porque para ser parte hay que poner el cuerpo, entregarse y animarse a sentir todas estas cosas a la vez en una sóla persona y no querer dejar todo en ese momento.

Estaba cansado, realmente quería irme a mi casa. Pero todavía faltaban varias horas para que termine la votación. Lo único que me mantuvo ahí fue la fuertísima convicción de que NO PODIA ESTAR EN OTRO LUGAR.

La actitud de Julio Cobos nos mostró que las personas, los seres humanos de carne y hueso también pueden ser seres trascendentales en este país y en este mundo. No dudó ni un segundo en mostrarse como una persona integra, humilde, con miedo, temblorosa por la responsabilidad que le compete. Un verdadero ejemplo de ciudadanía responsable, un hombre increiblemente respetuoso de las instituciones.

Vos y yo somos una persona como él. Jamás en mi vida me parecí tanto a un político. Puedo no estar de acuerdo, puedo no sentir lo mismo pero ese tipo siente. Es de carne y hueso, como vos y como yo. Adelante entonces, todavía estamos a tiempo; podemos ser parte.

N de R.: De manera intencional voy a dejar sin corregir estas palabras ya que intentan ser el reflejo de lo que siento en este momento y no de lo que siento cuando corrijo estas palabras.

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