23 años y seis días...

Ya sea por cuestiones astrológicas o por otras diametralmente opuestas, una persona que estimo muchísimo se inspiró en el texto que escribí sobre Alfonsín y derramó sobre la web estas líneas acerca de su versión de la historia. Ella tenía 23 años y 6 días.

Apague la radio y lo miré a Alfonsín en su homenaje, del mismo modo en que en Octubre del año pasado lo disfruté parado sobre una precaria tribuna hablando para no mas de 300 personas que estábamos frente al comité radical, pensando "qué ganas tiene todavía de sacar toda esa energía para trabajar enuna campaña perdida".
En un momento giré la cabeza y vi los rulos de Guille, mi hijo, escuchándolo igual que cuando en brazos y con apenas 10 meses, le puse una boina blanca como escarapela y lo llevé a uno de los últimos actos de campaña en el 83. Sentí que haber estado en las marchas y movilizaciones, acompañando la historia, sin saber cuándo vendría el próximo golpe de estado aunque cantáramos "Somos la vida, somos la paz..." o "Alfonsín, Alfonsín, lucharemos hasta el fin", abrazada a mis compañeros de militancia, me hacía una mínima protagonista de esa jornada donde otra presidenta democrática se dignaba al menos a reconocerle que merecía un LUGAR aunque Raúl le dejase como testamento político, una catarata de enseñanzas de tolerancia, confirmando que jamás allí volveríamos a ver un busto de un presidente de facto porque la democracia llegó para quedarse para siempre. Me morí con tu texto, porque algún día, cuando tengas un hijo le vas a poder decir que tenías un año y dos días, cuando la democracia llegó a tu vida y que llorando en un canal de TV, te emocionaste por todo lo que ibas a hacer para mantenerla con la misma dignidad con la que lo hizo el Presidente y Estadista, Raúl Alfonsín.

Comentarios

Gastón ha dicho que…
Querido Quique:
Leo a menudo tus artículos en el blog y me alegra poder confirmar lo que dijeron por ahí de que ¨escribís con el corazón¨. Trazando un paralelismo con el arte pictórico, esto sería algo así como dibujar de forma suelta y natural: uno simplemente agarra el lapiz y comienza... el trazo lo va llevando y la forma ¨sale sola¨, fluída y desacartonada. Quizás para haber llegado a ese estadio hayas tenido que bucear las profundas aguas de la teoría (sí, se me ocurrió recién), pero sí que vale la pena.
Para terminar te dejo con una frase de Leonardo:
¨Donde el espíritu no trabaje con la mano, no hay arte.¨
Enrique Pareta ha dicho que…
Realmente me sonroja y me llena de alegría recibir este tipo de comentarios. Literariamente impecables y con elogios que, como debe ser, uno nunca cree merecer. Reconozco que ultimamente estuve alejado del blog por los tiempos que me aquejan pero prometo retomar pronto.

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