Socialmente indiscutible, artísticamente impecable


Hay momentos de la historia social y política de un país que marcan a fuego a todos sus ciudadanos. Instancias en donde la sociedad está sumida en un terrible estado de situación que deja las más profundas sensaciones grabadas en lo más intrínseco de cada ser humano.
Y precisamente de eso se trata el ARTE, de generar, transmitir, crear, recrear y producir sensaciones. Todos los artes posibles basan su razón de ser en esta premisa. El sábado pasado en una charla altamente interesante con un grupo de grandes artistas de todas las áreas (música, dibujo, pintura, danza, esculturas) discutimos sobre el arte como causa o como consecuencia de la sociedad. ¿Puede el arte condicionar y provocar situaciones en la ciudadanía o sólo debe limitarse a reflejar sus consecuencias en pos de recrear artísticamente aquellos momentos vividos?. La discusión, como casi todas las de este tipo, quedó inconclusa.
Uno de los momentos más terribles de la historia argentina reciente fue el último proceso militar. Aquel proceso que, como ya es sabido, comienza bastante antes del 24 de marzo de 1976. Para algunos trasnochados que estudian la historia a través de fechas precisas cabe aclarar que grupos armados como la AAA ya comenzaban con el "exterminio de la subversión", según palabras de María Estela Martínez de Perón, bastante antes de que los militares entraran en Balcarce 50; aunque ya tenían las botas puestas, por supuesto.
Ayer, la 1 de la madrugada me encontró realizando una de esas actividades que jamás imaginé que iba a llevar a cabo alguna vez: seguía atentamente la entrega de los premios Oscar. Lejos de considerarme original, como muchísimos de ustedes, esperaba que Almodovar dijera (en perfecto español y no en ese español yanqui mal hablado y soberbio) "And the winner is... EL SECRETO DE SUS OJOS". Y así fue, la crónica periodística decretó que fue a la 1.15 de la mañana del lunes 8 de marzo. No puedo garantizarlo, estaba muy cansado como para mirar la hora.
"The Secret in their eyes" y "The Official Story" fueron para la, tan estúpidamente venerada academia de Hollywood, las dos películas argentinas dignas de la máxima premiación a la que puede aspirar cualquier cineasta que se encuentre lejos del circuito under. Las comparaciones mediáticas pasaron por el presupuesto, por los actores, por los discursos, por la cuestión cronológica de los años pasados y sin embargo ninguna pasó por el contenido.
Recuerdo que cuando fui a verla al cine tuve esa sensación de que el enmarcado histórico que hizo Campanella en El Secreto de sus Ojos fue sencillamente genial. Apuntó a un público ya cansado de la bajada de línea política documental que revuelve y regurgita esa historia que el pueblo ya se cansó de ver y que aún no terminó de entender y cerrar; y que sólo lo logrará cuando condene y encierre a todos los culpables.
Más marketinero, el cineasta fue sutil pero logró insertar el marco histórico perfecto para que, aún en lo más interno de cada uno, no dé lo mismo. Esa imagen de violencia enmarcada en un ascensor donde se carga un arma disfrutando de su reflejo en el espejo delimita ese poder que tiene la violencia ejercida desde el poder (la redundancia es a propósito, si te confunde, volvé a leer... ja!).
Así, quedó comprobado que aquel miedo, terror, aberración, odio, bronca y asco que se transmitió a través de la leche materna (gran frase de una película que no ganó el oscar "La Teta Asustada") decididamente marca a fuego a una sociedad que nunca será indiferente.
Sin ningún tipo de entrelíneas, la otra película argentina ganadora del Oscar habla concretamente de la desaparición de personas. 1987 era otra época las heridas estaban más abiertas que hoy, los genocidas estaban a pasos de su próximo indulto y la convulsión epiléptica le recordaba a los argentinos que aquella basura que parecía haber sido limpiada estaba aún ahí, debajo de la alfombra.
Procesos como estos no pueden quedar impunes. Una política de derechos humanos profunda y combativa que luche constantemente por la condena de los genocidas y sus cómplices protagonistas de una de los más profundos exterminios que haya sufrido nuestra nación, es necesaria. Aunque algunos sectores busquen acallar esas voces e incluso llevar adelante acuerdos con todos esos personajes nefastos de la historia argentina, el arte seguirá cumpliendo con su función; seguirá reflejando las sensaciones de un pueblo herido. Luchemos intensamente para que de una vez por todas "La Historia Oficial" deje de ser "El Secreto de sus Ojos".


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