La banalización del hambre


Maldigo mi muy puta apreciación de la realidad. Odio que nada me dé lo mismo. Ojalá hubiese tenido una página más ese capítulo del libro "Firmenich".
En la esquina de Córdoba y Fitz Roy en pleno Palermo (tal vez su ubicación explique muchas cosas), hay un enorme cartel de una cadena televisiva llamada MTV que me causó profunda indignación. La leyenda es la más absoluta banalización del hambre.
Hay muchísimas maneras de definir el dinero, también sus diferentes cantidades. Un fangote de guita, todo el oro del vaticano, estar cagado en guita, tener mucho dinero, estar en la ruina, no tener para morfar y miles más, imagine usted lector, usted lectora.
El maldito cartel me colmó de profunda tristeza, se pregunta entre colores juveniles y aspecto de globo de chicle explotado en el rostro, ¿Te imaginás gastar el presupuesto de un país pequeño en una noche? MTVLA presenta “Sus dulces 16”.
Hay países en el mundo que por ser “pequeños” y tener un presupuesto bajo no pueden salir de la más extrema pobreza. Países con un desempleo tal que más de la mitad de la población económicamente activa no tiene trabajo. La gente muere de hambre, las enfermedades relacionadas con la pobreza caminan erguidas por la calle felices y contentas, gallardas ante el escenario dantesco que provocan.
Y ahí está ese programa, en ese estúpido y superficial canal de televisión, que invita a chicos que aún están aprendiendo a vivir, a despilfarrar con holgura el dinero que un “país pequeño” utiliza en todo un año para subsistir (si es que se le puede llamar subsistir a pelear todos los días con la muerte).
Claro, hacer un programa que destine ese presupuesto a determinados países y asistirlos para combatir el hambre, seguramente no estaría en MTV y jamás sería visto como un programa que vende. He aquí el problema, lector y lectora, los productos televisivos siguen siendo evaluados bajo el prisma de “vende o no vende”. No importa si deja algo, no interesa si toca un tema comprometido con la realidad social, de nada sirve que sea instructivo; lo único importante para esas cadenas televisivas es que venda.
Estimados y estimadas, vender a costa de inculcarle a nuestros jóvenes que la desigualdad desmesurada puede servir para “divertirnos” y que la anécdota sea: “No sabés, para mi cumple de 16 nos gastamos todo el presupuesto del Congo” me genera una profunda tristeza.
Seguramente esta entrada de blog merece una conclusión un poco más elaborada pero es tanta la angustia que sentí al verlo que no puedo elucubrar nada mejor. Además, me ahoga saber que debo haber sido de los pocos que pasó por la concurrida esquina y reparó en este horroroso detalle. Tal vez haya una sola cosa por hacer, inculquémosle a nuestros niños otro mensaje, uno más puro, más sano, más igualitario, más inclusivo, en definitiva, más humano.

Comentarios

barbaraciminari ha dicho que…
Quique:
lo más difícil de este tipo de cosas es que uno a veces pierde de vista en este "enojarse" sin remedio, que toda la construcción de este tipo de canales está cimentada por la banalización del todo. El hambre se suma a la banalización de la mujer, de la inteligencia... hasta de la misma música, que pasó a segundo plano con estos realitys...
Te entiendo, sobre todo porque me pasa lo mismo cada vez que miro de casualidad ese canal.
Me enoja que me tomen por idiota, pero más me enoja que tenga difusión, que tenga audiencia... sobre todo porque en algún momento de la historia se puso de moda banalizar... y ahora cuesta volver para atrás
Enrique Pareta ha dicho que…
Gracias Bárbara por tu comentario. Lo comparto íntegramente.

Un fuerte abrazo!

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